Nota: Esta es una versión adaptada del cuento original de La Reina de las Nieves, basado en la obra de Hans Christian Andersen, pensada para una audiencia infantil.
Había una vez un viejo troll que era muy travieso. Un día, creó un espejo mágico que tenía el poder de mostrar solo lo malo en las personas y en el mundo. Si alguien miraba en ese espejo, podía ver cosas horribles y feas. El troll se divirtió mucho al ver cómo el espejo reflejaba los peores aspectos de la gente. Pero un día, el espejo se rompió y sus fragmentos volaron por todas partes, esparciéndose por el mundo.
Algunos trozos de ese espejo cayeron en los ojos de las personas y en sus corazones. Desde entonces, aquellos que miraban el mundo a través de esos pedazos solo veían lo negativo. Un niño llamado Kay y una niña llamada Gerda vivían en un pequeño pueblo y eran muy amigos. Se contaban historias y disfrutaban de la vida juntos, llenos de risas y alegría. Sin embargo, la felicidad de Kay cambió cuando un pequeño fragmento del espejo entró en su corazón y le hizo ver a Gerda de manera distinta.
Un día, mientras Gerda y Kay jugaban en el frío invierno, un copo de nieve cayó sobre Kay. En ese instante, su corazón se llenó de tristeza y su mirada se volvió fría. Kay comenzó a tratar a Gerda de manera distante, y su alegría se desvaneció. Una noche, mientras Gerda dormía, una figura majestuosa apareció. Era la Reina de las Nieves, que había estado observando a Kay desde lo lejos. La Reina lo invitó a venir con ella, prometiéndole aventuras y magia en su reino helado.
Kay, que ya no era el mismo, decidió seguir a la Reina de las Nieves, dejando atrás a su amiga Gerda. La Reina lo llevó volando a su palacio en lo alto de las montañas, donde todo estaba cubierto de hielo y nieve brillante. Gerda despertó al día siguiente y se dio cuenta de que Kay había desaparecido. Su corazón estaba lleno de preocupación, así que decidió salir en su búsqueda, enfrentándose a los peligros del invierno.
Gerda viajó por bosques y campos nevados, preguntando a todos los que conocía si habían visto a Kay. En su camino, encontró a una anciana que le ofreció un abrigo cálido y algo de comida. La anciana le dijo que si quería encontrar a Kay, debía seguir su corazón y nunca rendirse. Gerda agradeció a la anciana y continuó su viaje.
A medida que avanzaba, Gerda se encontró con muchos animales que le ayudaron. Un pequeño pájaro le dijo que había visto a Kay volar con la Reina de las Nieves. Gerda decidió que debía ir a las montañas, así que siguió al pájaro, que la guió con su canto alegre. Después de caminar durante mucho tiempo, llegó a un río congelado donde se encontró con una bandada de gansos que la llevaron volando hasta las montañas.
Cuando Gerda llegó al palacio de la Reina de las Nieves, el lugar era deslumbrante, pero también frío y solitario. La Reina había encerrado a Kay en una habitación, y él estaba atrapado en un sueño helado. Gerda, con valentía, entró al palacio y se encontró con Kay, quien la miró con ojos vacíos. Ella le habló con amor y dulzura, recordándole los momentos felices que habían compartido juntos.
Al principio, Kay no parecía reconocerla, pero a medida que Gerda le contaba historias de su infancia y de su amistad, algo comenzó a despertar en su corazón. Finalmente, Kay recordó a su querida amiga Gerda y el fragmento del espejo que lo había mantenido cautivo comenzó a desvanecerse. El amor y la amistad de Gerda eran tan poderosos que derretían el hielo que había congelado su corazón.
Con el poder del amor, Kay y Gerda se abrazaron y juntos encontraron la forma de salir del palacio. La Reina de las Nieves, al ver que su hechizo había sido roto, se sintió furiosa, pero ya era demasiado tarde. Gerda y Kay corrieron juntos hacia el bosque, donde el sol brillaba y la nieve comenzaba a derretirse. Con cada paso, el frío desaparecía, y el mundo se llenaba de colores y vida.
Al llegar a su pueblo, Gerda y Kay compartieron su aventura con todos. Aprendieron que el amor y la amistad eran más poderosos que cualquier hechizo. Desde aquel día, nunca se separaron, disfrutando cada momento y recordando la importancia de ver lo bueno en el mundo. La nieve se convirtió en un símbolo de su amistad y valentía, y siempre recordaron su viaje juntos como un cuento de magia y amor.
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