Nota: Esta es una versión adaptada del cuento tradicional de Aladdín y la Lámpara Maravillosa, extraído de Las Mil y Una Noches, pensada para una audiencia infantil.

En un pueblo lejano, vivía un joven llamado Aladdín. Aunque era amable y soñador, también era un poco perezoso y pasaba sus días jugando por las calles en lugar de trabajar. Su madre, viuda y humilde, se preocupaba mucho por su futuro.

Un día, mientras Aladdín jugaba, un hombre extraño se le acercó. Vestía ropas elegantes y tenía una sonrisa misteriosa. "Aladdín, soy un amigo de tu difunto padre," dijo el hombre, "y quiero ayudarte a tener una vida mejor." Aladdín, emocionado por las promesas del hombre, le llevó a conocer a su madre, quien creyó en su historia.
Lo que nadie sabía era que el hombre no era un amigo, sino un hechicero malvado que buscaba algo muy especial. Quería que Aladdín lo ayudara a encontrar una lámpara mágica escondida en una cueva secreta.
El hechicero llevó a Aladdín al desierto y, con un hechizo, hizo que el suelo temblara. Una gran roca se levantó, revelando la entrada a una cueva oscura. "Entra, muchacho," dijo el hechicero, "y encuentra la lámpara. Pero no toques nada más."

Aladdín, algo asustado, entró en la cueva. Para su sorpresa, estaba llena de tesoros: joyas brillantes, monedas de oro y piedras preciosas. Sin embargo, recordó las palabras del hechicero y no tocó nada, solo buscó la lámpara. En un rincón oscuro, encontró una lámpara vieja y polvorienta.
Cuando iba a salir, el hechicero le pidió que le pasara la lámpara antes de ayudarlo a salir. Aladdín sospechó de sus intenciones y se negó. Enfurecido, el hechicero cerró la cueva con un hechizo, dejando a Aladdín atrapado.

Dentro de la cueva, Aladdín se sentó triste, pensando en cómo salir. Por accidente, frotó la lámpara para limpiarla, y de repente, una nube de humo apareció. ¡Un genio enorme salió de la lámpara! "Soy el Genio de la Lámpara," dijo, "y cumpliré tus deseos."
Aladdín, sorprendido pero emocionado, pidió salir de la cueva. En un instante, el genio lo transportó fuera del desierto y lo llevó a su casa. Allí, Aladdín mostró la lámpara a su madre y le contó todo lo que había pasado.
Con el poder del genio, Aladdín y su madre dejaron de pasar necesidades. Él pidió comida deliciosa, ropa nueva y monedas de oro para mejorar su vida. Pero Aladdín también sabía que debía usar la lámpara con cuidado.
Un día, mientras caminaba por el mercado, Aladdín vio a una joven hermosa rodeada de guardias. Era la princesa Badrulbudur, la hija del sultán. Aladdín se enamoró de ella al instante y decidió que haría todo lo posible por casarse con ella.

Usando el poder del genio, Aladdín envió a su madre al palacio con regalos para el sultán: cofres llenos de joyas y oro. El sultán, impresionado, aceptó que Aladdín pudiera aspirar a casarse con la princesa, pero puso una condición. Quería que construyera un palacio digno de su hija.
Con la ayuda del genio, Aladdín hizo aparecer un palacio maravilloso en una sola noche. Estaba hecho de mármol blanco y decorado con piedras preciosas. Cuando la princesa lo vio, quedó impresionada y aceptó casarse con él.

El hechicero, al enterarse del éxito de Aladdín, decidió recuperar la lámpara mágica. Se disfrazó de vendedor ambulante y se acercó al palacio mientras Aladdín estaba fuera. "¡Cambio lámparas viejas por nuevas!" gritaba por las calles.
La princesa, sin saber del poder de la lámpara, la entregó al hechicero a cambio de una nueva y brillante. El hechicero, ahora con la lámpara, pidió al genio que transportara el palacio y a la princesa a un lugar lejano.
Cuando Aladdín regresó y no encontró ni a su esposa ni a su palacio, supo que el hechicero estaba detrás de todo. Determinado a recuperarlos, emprendió un viaje peligroso para enfrentarse al hechicero y salvar a su amada.

Con la ayuda de un anillo mágico que también contenía un genio menor, Aladdín llegó al lugar donde el hechicero había escondido el palacio. Fingiendo ser un vendedor de especias, se infiltró en el palacio y encontró a la princesa. Juntos idearon un plan para derrotar al hechicero.
Aladdín ofreció al hechicero una bebida especial, que en realidad contenía un veneno. Cuando el hechicero bebió, cayó al suelo y murió. Aladdín recuperó la lámpara y pidió al genio que los devolviera, junto con el palacio, a su hogar.
El sultán, al ver el valor y la astucia de Aladdín, lo respetó aún más. Aladdín y la princesa vivieron felices en su majestuoso palacio, y Aladdín usó el poder de la lámpara para ayudar a quienes lo necesitaban, demostrando que tenía un corazón noble.
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