Nota: Esta es una versión adaptada del cuento tradicional de Simbad el Marino, extraído de Las Mil y Una Noches, pensada para una audiencia infantil.

En una ciudad llena de riquezas y aventuras, vivía un joven llamado Simbad. Aunque su familia era acomodada, Simbad soñaba con descubrir el mundo más allá de las murallas de su hogar. Un día, escuchó historias de marineros que habían navegado por tierras desconocidas, enfrentando grandes peligros y encontrando tesoros inimaginables. Inspirado por estos relatos, decidió emprender un viaje por mar.

Con los ahorros de su familia, Simbad compró un barco y reunió una tripulación valiente. Se despidió de sus amigos y prometió regresar con historias maravillosas. Navegando por días, el viento y el océano lo guiaron hacia lo desconocido, mientras en su corazón se mezclaban el miedo y la emoción por las aventuras que le esperaban.
Después de semanas de navegar, Simbad y su tripulación avistaron una isla en el horizonte. Al desembarcar, todo parecía tranquilo, con árboles frondosos y un aire fresco que los invitaba a descansar. Decidieron encender una fogata para cocinar, pero, de repente, la tierra comenzó a temblar violentamente.

La isla no era una isla, ¡era el lomo de una ballena gigante! La criatura, molesta por el fuego, se sumergió rápidamente, lanzando a Simbad y a su tripulación al mar. Simbad logró agarrarse a un pedazo de madera flotante mientras las olas lo llevaban lejos. Exhausto, llegó a una costa desconocida y agradeció estar vivo.

En la nueva tierra, Simbad fue recibido por unos mercaderes que buscaban valiosas piedras en un lugar llamado el valle de los diamantes. Los mercaderes le contaron que las piedras estaban protegidas por enormes serpientes, y la única manera de obtenerlas era lanzar trozos de carne al valle para que las aves las recogieran y las llevaran de regreso.
Intrigado, Simbad decidió participar. Con valentía, se aventuró hasta el borde del valle y lanzó carne cargada de piedras preciosas. Aunque las serpientes lo asustaron, logró recoger un buen botín gracias a las aves. Los mercaderes, impresionados por su coraje, lo ayudaron a regresar al puerto más cercano, donde se preparó para una nueva aventura.
En su siguiente travesía, Simbad escuchó leyendas de una ciudad escondida bajo el agua, habitada por criaturas mágicas. Decidido a comprobarlo, navegó hasta el lugar indicado por los pescadores locales. Un día, durante una tormenta, una ola gigante volcó su barco, llevándolo al fondo del océano.

Para su sorpresa, Simbad descubrió una ciudad de cristal y oro, iluminada por un brillo misterioso. Allí, los habitantes eran seres amables que le ofrecieron refugio. Pasó semanas aprendiendo sobre su cultura antes de que le permitieran regresar a la superficie. Como regalo, le entregaron un cofre lleno de perlas y oro.

Finalmente, después de muchas aventuras, Simbad regresó a su ciudad natal cargado de tesoros y relatos increíbles. Su familia y amigos lo recibieron con alegría, y todos se reunieron para escuchar sus historias. Simbad, ahora un hombre sabio, decidió compartir sus riquezas y ayudar a los necesitados, pero en su corazón sabía que pronto volvería al mar.
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