Piel de Asno

Nota: Esta es una versión adaptada del cuento original de Piel de Asno, basado en la obra de Charles Perrault, pensada para una audiencia infantil.

Imagen inicial del cuento

En un reino lejano vivía un rey viudo, quien amaba profundamente a su única hija, una princesa de gran bondad y belleza. La reina había fallecido hacía años y, en su lecho de muerte, le hizo prometer al rey que solo se volvería a casar si encontraba a una mujer tan hermosa y noble como ella. Con el paso del tiempo, el rey se dio cuenta de que su hija era la única que cumplía con esas cualidades.

Imagen intercalada 1 del cuento

El rey, confundido, comenzó a pensar que debía casarse con su propia hija, pues no encontraba otra mujer que igualara a su difunta esposa. La princesa, al descubrir el deseo de su padre, se angustió y buscó la ayuda de su hada madrina, quien le aconsejó pedir cosas imposibles para ganar tiempo y así evitar el matrimonio.

La princesa pidió al rey un vestido del color del cielo, esperando que sería una tarea imposible. Sin embargo, el rey hizo traer a los mejores sastres, y pronto el vestido fue entregado a la princesa, tan azul como el cielo mismo. A pesar de recibir el vestido, la princesa pidió más pruebas, esperando librarse de su padre.

Viendo que el rey cumplía sus deseos, la princesa pidió otro vestido, esta vez con el color de la luna. El rey accedió nuevamente, y los sastres confeccionaron un vestido tan plateado que brillaba como la luna misma. Agradecida pero preocupada, la princesa acudió otra vez al hada madrina, quien le sugirió pedir un vestido del color del sol.

Imagen intercalada 2 del cuento

El rey no dudó en complacer a su hija y convocó a los mejores artesanos del reino, quienes lograron crear un vestido dorado que brillaba como los rayos del sol. La princesa, aunque maravillada por los vestidos, sabía que debía encontrar una forma de huir antes de que el rey insistiera en casarse.

Imagen intercalada 2 del cuento

Como último recurso, le pidió algo aún más difícil: la piel del asno mágico que llenaba el tesoro real con monedas de oro. Pensó que el rey jamás estaría dispuesto a sacrificarlo, pero para su sorpresa, el rey hizo sacrificar al asno y entregó su piel a la princesa.

Con el corazón roto y la piel del asno como disfraz, la princesa siguió el consejo de su hada madrina y huyó del castillo. Se vistió con la piel y dejó atrás todos sus hermosos vestidos, guardándolos en un cofre que llevaba consigo. Viajó durante días y noches hasta llegar a un reino lejano donde nadie la conocía.

Cansada y hambrienta, encontró trabajo en una granja del palacio de aquel reino, donde nadie reconoció a la hermosa princesa bajo su disfraz. Trabajaba limpiando las pocilgas y cocinando para los animales, pero soportaba las dificultades porque sabía que estaba a salvo de las intenciones de su padre.

Cada noche, cuando todos dormían, la princesa sacaba sus hermosos vestidos y los admiraba en secreto, recordando su vida pasada y soñando con un futuro mejor.

Imagen intercalada 3 del cuento

En el palacio, vivía un príncipe joven y noble que solía pasear cerca de la granja donde trabajaba la princesa. Un día, mientras él caminaba por los jardines, notó a una misteriosa figura vestida con una piel de asno que se escondía rápidamente. Intrigado, decidió investigar y preguntó a sus sirvientes sobre esa extraña persona.

Al enterarse de que era solo una simple sirvienta, el príncipe no se rindió y decidió espiarla. Una noche, mientras la princesa admiraba uno de sus vestidos, el príncipe la observó desde una ventana y quedó maravillado con su belleza y con los vestidos resplandecientes que ella llevaba.

El príncipe, decidido a conocer más sobre ella, organizó una fiesta en el palacio, invitando a todos los habitantes, incluidas las sirvientas y trabajadoras de la granja, con la esperanza de que la misteriosa joven asistiera..

Imagen intercalada 3 del cuento

La princesa, aunque dudosa, decidió asistir a la fiesta con uno de sus vestidos. Durante el baile, el príncipe se enamoró de ella sin sospechar que era la misma joven que había visto con la piel de asno. Cuando llegó el momento de irse, la princesa dejó caer un anillo en su copa y huyó rápidamente antes de que nadie notara su desaparición.

Al día siguiente, el príncipe decidió encontrar a la dueña del anillo. Proclamó que se casaría con quien pudiera demostrar que el anillo le pertenecía, y pidió a todas las jóvenes del reino que lo probaran. Sin embargo, ninguna lograba ponérselo, pues no eran las dueñas.

Finalmente, llegó el turno de la joven vestida con la piel de asno. Con humildad, la princesa se quitó el disfraz y colocó el anillo en su dedo, revelando su identidad. El príncipe, asombrado, la reconoció como la hermosa dama de la fiesta y le pidió matrimonio.

Imagen intercalada 3 del cuento

La boda de la princesa y el príncipe fue celebrada en todo el reino. La princesa, libre de las presiones de su padre, fue feliz junto al príncipe, quien la amaba sinceramente. El rey, al enterarse de la felicidad de su hija, comprendió sus errores y decidió respetar su elección.

La princesa vivió feliz en su nuevo hogar, y aunque no olvidaba sus orígenes, disfrutaba de su nueva vida al lado del príncipe. Los vestidos que una vez pidió como una estrategia para escapar ahora se convirtieron en un símbolo de su fortaleza y determinación para encontrar la verdadera felicidad.

Y así, la princesa y el príncipe vivieron felices para siempre, rodeados de amor y paz en el reino.

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