Alicia en el País de las Maravillas

Nota: Esta es una versión adaptada del cuento original de Alicia en el País de las Maravillas, basado en la obra de Lewis Carroll, pensada para una audiencia infantil.

Imagen inicial del cuento

Era una tarde cálida, y Alicia se encontraba sentada en el campo junto a su hermana, quien leía un libro sin dibujos ni diálogos. Alicia pensaba que los libros debían ser más interesantes, con ilustraciones y personajes hablando entre sí. Aburrida, se recostó y comenzó a observar las nubes, que parecían tomar formas de animales y objetos.

De repente, pasó corriendo un conejo blanco, vestido con un chaleco y un pequeño reloj de bolsillo. Alicia nunca había visto un conejo vestido de esa manera, y mucho menos uno que murmurara, “¡Llego tarde, llego tarde!” Sin dudarlo, Alicia decidió seguir al Conejo, quien se lanzó dentro de una madriguera.

Imagen intercalada 1 del cuento

Alicia se asomó y, ¡vaya sorpresa! La madriguera parecía no tener fondo. De pronto, sintió que caía y caía, ¡como si no fuera a terminar nunca! Mientras caía, miraba a su alrededor y veía cosas asombrosas: relojes, estanterías, cuadros y hasta una lámpara de pie. Justo cuando pensó que la caída no acabaría, aterrizó suavemente en el suelo de una sala extraña y llena de puertas de diferentes tamaños.

Miró a su alrededor y notó una mesita de cristal con una llave dorada encima. Emocionada, la tomó y empezó a probarla en cada puerta. Finalmente, encontró una puerta muy pequeña detrás de una cortina, y al mirar por la cerradura, vio un hermoso jardín. Pero Alicia era demasiado grande para pasar. ¿Qué haría ahora?

Alicia estaba un poco frustrada, pues tenía la llave, pero no podía pasar al jardín porque era demasiado grande. Mientras pensaba qué hacer, descubrió una botella con una etiqueta que decía “Bébeme”. Dudó por un momento, pero como era muy curiosa, decidió tomar un sorbo. Al instante, ¡comenzó a hacerse cada vez más pequeña!

Entonces, mientras intentaba encontrar una manera de reducir su tamaño, vio al Conejo Blanco pasando otra vez, murmurando que llegaba tarde. Alicia le pidió ayuda, pero el Conejo se asustó al ver su enorme tamaño y salió corriendo sin prestarle atención.

Imagen intercalada 2 del cuento

Alicia sintió un poco de tristeza. Aunque había logrado alcanzar la llave, ahora era demasiado grande para salir de la sala. Además, se sentía atrapada e incómoda en un lugar tan pequeño. Empezó a llorar de frustración, y sus enormes lágrimas caían al suelo, formando un charco gigante que poco a poco llenó la habitación, convirtiéndose en un verdadero “mar de lágrimas”.

Después de un rato, Alicia notó que cerca de sus pies había un pequeño abanico. Esperando que fuera mágico, lo tomó y comenzó a abanicarse. Poco a poco, empezó a disminuir su tamaño hasta recuperar una estatura más manejable, aunque aún seguía un poco más alta de lo normal.

Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta y llegar al jardín, resbaló y cayó dentro del charco de lágrimas que ella misma había derramado cuando era gigante. Estaba atrapada en su propio mar de lágrimas.

Imagen intercalada 2 del cuento

Alicia nadaba en su propio mar de lágrimas, y a su lado, también nadaban un ratón y otros animales que habían caído en el agua por accidente. El ratón se acercó a Alicia y le propuso salir nadando del mar para secarse y poder conversar. Una vez que estuvieron en la orilla, vieron a un grupo de animales secándose las plumas y el pelaje.

El ratón propuso que todos juntos hicieran una “carrera de secado” para ver quién se secaba más rápido. Todos se colocaron en un círculo y comenzaron a correr, pero no había ni una meta ni un ganador. Fue una carrera sin sentido que, sin embargo, hizo reír mucho a Alicia y a los animales. Después de un rato, estaban cansados y bastante secos. Alicia se sintió un poco mejor y agradeció a los animales por ayudarla a encontrar el camino hacia adelante.

Sin embargo, el Conejo Blanco apareció corriendo nuevamente, esta vez con una expresión de mucha preocupación. “¡Oh, querida! ¡Voy muy tarde!”, exclamó, y Alicia, sin perder tiempo, decidió seguirlo otra vez.

Alicia siguió al Conejo Blanco por un rato, pero lo perdió de vista cuando entró en un bosque. Allí, se encontró con un gato muy peculiar: el Gato de Cheshire. Este gato podía aparecer y desaparecer a su antojo, y siempre llevaba una gran sonrisa. Alicia le preguntó por el camino hacia el jardín, y el gato le dijo que ambos caminos eran extraños, pero que si quería respuestas, debía visitar al Sombrerero Loco o a la Liebre de Marzo.

Imagen intercalada 2 del cuento

Alicia decidió ir a la casa del Sombrerero, donde encontró una fiesta de té muy peculiar. El Sombrerero Loco, la Liebre de Marzo y un lirón que dormía profundamente, estaban siempre tomando el té porque el tiempo se había detenido. La mesa estaba cubierta de tazas de té, y el Sombrerero invitó a Alicia a sentarse, aunque pronto la conversación se volvió muy confusa, llena de acertijos y palabras sin sentido.

Alicia intentó seguirles el ritmo, pero se dio cuenta de que el Sombrerero Loco y sus amigos no se comportaban como la gente normal. Desconcertada y algo molesta, decidió despedirse y seguir su camino, esperando encontrar algo menos alocado.

Alicia siguió su camino y llegó a un jardín enorme, donde unos guardias en forma de cartas estaban pintando de rojo unas rosas blancas. Uno de los guardias le explicó a Alicia que la Reina de Corazones quería rosas rojas, y como habían plantado blancas por error, las pintaban para evitar el enojo de la Reina. De pronto, la Reina de Corazones apareció, y al ver a Alicia, la invitó a jugar al croquet.

Imagen intercalada 3 del cuento

Pero este no era un juego de croquet normal. En lugar de usar mazos, usaban flamencos vivos, y los erizos servían como pelotas. Los guardias se doblaban para formar arcos, pero el juego era un desastre, ya que los erizos corrían en todas direcciones, los flamencos no se dejaban sostener, y la Reina se enojaba a cada rato, gritando, “¡Que le corten la cabeza!” cada vez que alguien cometía un error.

Alicia estaba muy confundida y comenzó a preocuparse por cómo regresar a casa. Sin embargo, justo cuando pensaba en marcharse, la Reina de Corazones la señaló y le ordenó que fuera al juicio que estaban organizando.

Imagen intercalada 3 del cuento

Alicia fue llevada a una gran sala donde se celebraba un juicio. El acusado era el Caballero de Corazones, quien supuestamente había robado unas tartas. El Rey y la Reina presidían el juicio, y varios testigos, incluyendo al Conejo Blanco y al Sombrerero Loco, daban sus testimonios, aunque todos hablaban sin sentido.

La Reina ordenó que Alicia testificara, pero cuando intentó explicar lo que había visto, la Reina se enojó y ordenó: “¡Que le corten la cabeza!” Alicia, sin miedo, se levantó y declaró que aquello era una locura. De repente, la sala entera se desvaneció, y Alicia sintió como si estuviera despertando de un largo sueño.

Cuando abrió los ojos, se encontró bajo el árbol, junto a su hermana. Todo había sido un sueño maravilloso y extraño. Alicia se incorporó y miró a su alrededor, feliz de estar de vuelta en su mundo, pero siempre recordaría aquel País de las Maravillas al que había llegado siguiendo al Conejo Blanco.

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