El patito feo

Nota: Esta es una versión adaptada del cuento original de El Patito Feo, basado en la obra de Hans Christian Andersen, pensada para una audiencia infantil.

Imagen inicial del cuento

En una granja, entre la hierba alta y los charcos de agua, una pata incubaba un nido de huevos. Todos menos uno, eran pequeños y blancos. El último huevo era grande y de un color extraño, casi verdoso. Cuando llegó el momento de nacer, del huevo grande salió un patito muy diferente a sus hermanos. Era grande, torpe y de un color gris oscuro, casi feo.

Imagen intercalada 1 del cuento

Los demás patitos y la pata lo rechazaron desde el principio. Lo picoteaban, lo empujaban y se burlaban de él. El pobre patito se sentía solo y triste. No entendía por qué todos lo odiaban. Intentó hacer amigos con los otros animales de la granja, pero todos lo evitaban. La vaca le dijo que era muy raro, el gato lo amenazó con sus garras y el perro lo ladraba.

Desesperado y sintiéndose rechazado, el patito decidió huir de la granja. Vagó por el campo durante días, buscando un lugar donde fuera aceptado. Sufrió hambre, frío y soledad. Los otros animales que encontraba en el camino lo miraban con extrañeza y lo perseguían.

Llegó el otoño y el invierno, y el patito feo se refugió en una pequeña cabaña abandonada. Allí pasó los días más fríos y solitarios de su vida. Soñaba con ser como los demás, con tener amigos y ser querido.

Imagen intercalada 2 del cuento

Cuando llegó la primavera, el patito decidió buscar un nuevo hogar. Voló hacia un gran lago, donde vivían unos hermosos cisnes blancos. Se acercó a ellos con miedo, pensando que lo rechazarían como siempre. Pero los cisnes lo miraron con curiosidad y se acercaron a él.

Imagen intercalada 3 del cuento

El patito se miró en el agua y se sorprendió al ver que ya no era aquel patito feo y gris. Había crecido y cambiado. Sus plumas eran ahora blancas y brillantes, su cuello era largo y elegante, y su pico era de un color rosado pálido. Se había convertido en un hermoso cisne.

Los otros cisnes lo recibieron con alegría y lo invitaron a unirse a su grupo. El patito feo, ahora un cisne hermoso, nadó felizmente por el lago con sus nuevos amigos, sintiéndose finalmente aceptado y amado.

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