Nota: Esta es una versión adaptada del cuento original de Pinocho, basado en la obra de Carlos Collodi, pensada para una audiencia infantil.

En un pequeño taller, lleno de aserrín y el olor de la madera recién cortada, vivía un carpintero llamado Geppetto. Era un hombre solitario, pero muy bondadoso. Un día, decidió tallar una marioneta de madera muy especial. Con cada golpe de su cincel y cada pasada de su lija, soplaba vida en aquella figura de madera. La llamó Pinocho, y mientras la tallaba, le contaba historias de aventuras y le susurraba sueños de un mundo más allá de su taller.

Por obra de un hada madrina, Pinocho cobró vida. Sus ojos de botones se iluminaron y sus articulaciones de madera se movieron. Estaba tan feliz de poder moverse y hablar que saltó de la mesa y comenzó a explorar el taller. Geppetto, sorprendido y emocionado, le prometió al mundo que cuidaría de su pequeño muñeco de madera.
Pero Pinocho era un niño muy curioso y un poco travieso. En lugar de ir a la escuela, prefería jugar y hacer travesuras. Un día, conoció a un zorro muy astuto llamado el Gato y a un gato muy hablador llamado el Fox. Estos dos amigos, con sus brillantes ojos y sus lenguas rápidas, convencieron a Pinocho de que podían hacerlo rico si lo llevaban a la Isla de los Juguetes.
En la Isla de los Juguetes, Pinocho encontró un paraíso de dulces, juegos y diversión. Pero pronto se dio cuenta de que algo andaba mal. Sus orejas crecían y sus piernas se acortaban. Se estaba convirtiendo en un burro. El hada madrina, viendo su error, lo castigó por su desobediencia.

Un gran pez ballena lo tragó y Pinocho se encontró nadando en la oscuridad de su enorme barriga. Allí, solo y arrepentido, recordó las palabras de Geppetto y del hada madrina. Prometió ser un buen niño si lograba salir de allí.
Gracias a la magia del hada madrina, Pinocho escapó del vientre de la ballena y regresó a casa con Geppetto. Esta vez, estaba decidido a cambiar. Fue a la escuela, estudió con empeño y se convirtió en un niño obediente y trabajador.

Con el tiempo, Pinocho demostró ser un hijo valiente y leal. Ayudó a Geppetto en todo lo que pudo y juntos vivieron muchas aventuras. Pinocho aprendió que la honestidad, la responsabilidad y el amor son los valores más importantes en la vida. Y así, el pequeño muñeco de madera se convirtió en un niño de verdad, demostrando que los sueños pueden hacerse realidad si trabajamos duro y somos buenos.
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