La bella durmiente

Nota: Esta es una versión adaptada del cuento original de La Bella Durmiente, basado en la obra de Charles Perrault, pensada para una audiencia infantil.

En un reino lejano, vivía un rey y una reina que anhelaban con todo su corazón tener un hijo. Tras años de espera, su deseo se hizo realidad y nació una hermosa princesa a la que llamaron Aurora. La alegría llenó el reino y se preparó una gran fiesta para celebrar su nacimiento..

A la celebración asistieron las doce hadas buenas del reino, quienes llenaron a la pequeña Aurora de dones y bendiciones. Una por una, le otorgaron virtudes como la belleza, la inteligencia, la bondad y la gracia. Sin embargo, cuando faltaba solo una hada por bendecir a la princesa, una bruja malvada llamada Maléfica irrumpió en la fiesta. Furiosa por no haber sido invitada, lanzó una terrible maldición sobre Aurora: "Antes de que se ponga el sol en su decimosexto cumpleaños, la princesa se pinchará con el huso de una rueca y caerá en un sueño eterno."

El rey y la reina, desesperados, buscaron la ayuda de las hadas. Las hadas buenas, aunque no podían romper la maldición, la atenuaron. En lugar de morir, Aurora caería en un profundo sueño que solo podría romperse con el beso de amor verdadero. Para protegerla de Maléfica, las hadas escondieron a la princesa en una casita en el bosque, al cuidado de tres hadas madrinas: Flora, Fauna y Primavera.

Años más tarde, Aurora creció en el bosque, ajena a su verdadera identidad. Las hadas madrinas la criaron como si fuera su propia hija, llamándola Rosa. Un día, mientras paseaba por el bosque, Aurora se encontró con un apuesto joven llamado Felipe. Ambos sintieron una conexión instantánea y se enamoraron profundamente.

Sin embargo, Maléfica, aún llena de rencor, descubrió el paradero de Aurora. En el día de su decimosexto cumpleaños, la bruja engañó a Aurora para que se pinchara con el huso de una rueca. La maldición se cumplió y Aurora cayó en un profundo sueño.

Las hadas madrinas, con el corazón roto, cubrieron el reino con una espesa niebla para protegerlo. Luego, enviaron a Felipe al castillo, guiándolo con la luz de una estrella. Felipe, al ver a Aurora dormida, supo que era su amor verdadero y la besó. En ese mágico instante, el hechizo se rompió y Aurora despertó. La alegría volvió al reino y se celebró una gran boda para unir a Aurora y Felipe. Vivieron felices para siempre, demostrando que el amor verdadero puede vencer incluso a la más oscura de las maldiciones.

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