Este es un cuento original inspirado en los conocimientos históricos sobre la Grecia Clásica, pensado para una audiencia infantil.
Lina y Terco estaban emocionados por su próximo destino. La máquina con botones y luces brillantes estaba lista para llevarlos a la Grecia Clásica, una época de grandes pensadores, dioses mitológicos y hazañas épicas. Pero lo que no sabían es que alguien, en las sombras, tenía otros planes para su viaje.
Lina ajustó su gorro de exploradora y verificó su cuaderno una vez más. "¡Todo listo, Terco! Grecia Clásica, aquí vamos", dijo con entusiasmo. El topo, acomodando sus gafas, presionó un botón de la máquina con botones y luces brillantes. De inmediato, un resplandor los envolvió y el tiempo pareció plegarse a su alrededor.
Cuando la luz se desvaneció, se encontraron en una ciudad llena de majestuosos templos de mármol blanco. Hombres con túnicas discutían en plazas, mientras atletas entrenaban en un gran estadio. "¡Hemos llegado a Atenas!", exclamó Lina emocionada.
Pero algo no cuadraba. Terco notó a un hombre con una túnica oscura que parecía vigilarlos desde lejos. "¿No crees que nos están observando?" murmuró. Lina, absorta en el ambiente, no le prestó atención.
Sin saberlo, una figura en las sombras manipulaba pequeños eventos, intentando hacerlos cometer un error que podría cambiar la historia.
Mientras exploraban la ciudad, Lina se acercó a un grupo de jóvenes que escuchaban atentamente a un anciano. "Debe ser un filósofo", susurró. Se trataba de Sócrates, quien les hacía preguntas para que pensaran por sí mismos.
Lina estaba fascinada, pero de repente, un pergamino cayó cerca de sus pies. Lo recogió y leyó en voz alta: "El gran evento será interrumpido si se habla en el momento equivocado".
"¿Qué significa esto?" preguntó Terco, pero antes de obtener una respuesta, un joven corrió hacia ellos. "¡Rápido! ¡Los Juegos Olímpicos están a punto de comenzar!"
Sin darse cuenta, llevaban en sus manos una pista que el misterioso villano había dejado para interferir con la historia.
El estadio estaba lleno. Atletas cubiertos de aceite competían en carreras y lucha grecorromana. Lina y Terco estaban emocionados hasta que un orador se acercó al centro de la arena.
Lina recordó el pergamino y, sin pensar, gritó: "¡Esperen! ¿Qué significa esto?" Justo en ese momento, los atletas se detuvieron y la multitud murmuró confundida.
El villano, oculto entre la multitud, sonrió. Un simple cambio de palabras podría alterar la importancia de los Juegos Olímpicos en la historia. Pero antes de que la confusión creciera, un anciano aclaró la situación, evitando el desastre.
Lina y Terco, sin saberlo, habían estado al borde de cambiar la historia.
Después de la ceremonia, Lina y Terco decidieron volver a la máquina con botones y luces brillantes. "Fue increíble conocer a Sócrates y ver los Juegos Olímpicos", dijo Lina, aún sin sospechar que habían estado a punto de alterar la historia.
Terco, sin embargo, no dejaba de sentirse extraño. "Siento que hubo algo raro, pero no sé qué fue", murmuró.
Activaron la máquina y, con un resplandor, regresaron a su tiempo. Lina anotó sus descubrimientos en su cuaderno, mientras Terco aún pensaba en el misterioso pergamino.
Sin que ellos lo supieran, su viaje había dejado una pequeña huella en el tiempo.
De vuelta en la escuela, Lina compartió su investigación sobre Grecia Clásica con sus compañeros. Explicó cómo Sócrates enseñaba con preguntas y cómo los Juegos Olímpicos eran un evento sagrado.
Pero al revisar un libro de historia, un pequeño detalle había cambiado: en una página, un historiador mencionaba una extraña interrupción durante los primeros Juegos Olímpicos, que casi alteró su propósito original.
Terco entrecerró los ojos. "Eso no estaba ahí antes, ¿verdad?" preguntó en voz baja. Pero Lina no lo escuchó, ocupada contando su emocionante viaje.
Post a Comment