Nota: Esta es una versión adaptada del cuento tradicional de Baba Yaga, pensada para una audiencia infantil.

En un bosque oscuro y profundo vivía la Baba Yaga, la bruja más temida de todas. Pero esta historia no trata solo de ella, sino de un niño valiente llamado Iván y su aventura para salvar a su hermana de las garras de la bruja.

Iván y su hermana mayor, Aliona, vivían con su madrastra, una mujer muy cruel. Un día, la madrastra envió a Aliona al bosque con una excusa:
—Ve y pide una aguja e hilo a mi hermana, Baba Yaga —dijo con una sonrisa maliciosa.
Aliona no sabía que Baba Yaga era una bruja, así que se adentró en el bosque. Cuando no volvió, Iván decidió ir a buscarla. Se llevó consigo un pequeño pan, un trozo de tocino y un poco de leche, cosas que su hermana le había enseñado que podrían ser útiles.
Iván caminó durante horas hasta que vio una casa extraña en medio del bosque. Era la cabaña de Baba Yaga, que giraba sobre patas de gallina. Al acercarse, vio a la bruja asomada por la ventana, con su nariz larga y su mirada afilada.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —gruñó Baba Yaga.
—Busco a mi hermana, Aliona. Mi madrastra la envió aquí —respondió Iván con valentía.
La bruja sonrió mostrando sus dientes amarillos.
—Si quieres a tu hermana, debes trabajar para mí. Si fallas, ¡te comeré!

Baba Yaga le dio a Iván tareas imposibles: limpiar la cabaña, separar montañas de semillas y sacar agua con un colador. Iván estaba preocupado, pero recordó el consejo de su hermana sobre ser generoso con los necesitados.
—Pequeños ratones, ayúdenme a separar las semillas, y les daré pan —dijo Iván.
Los ratones, agradecidos, hicieron el trabajo por él. Luego, Iván pidió ayuda a los pájaros del bosque para sacar agua con el colador, y a cambio les dio un poco de leche.
Cuando Baba Yaga regresó, vio que todo estaba perfecto y gruñó de enojo.
—¡Mañana te pondré una tarea aún más difícil! —gritó la bruja.
Esa noche, los ratones, agradecidos por la bondad de Iván, le susurraron un secreto:

—Tu hermana está encerrada en una jaula. Ve por ella mientras Baba Yaga duerme y huye lo más rápido que puedas.
Iván hizo lo que le dijeron. Encontró a su hermana Aliona y, juntos, corrieron fuera de la cabaña. Pero Baba Yaga los escuchó y salió volando tras ellos en su mortero mágico.
—¡No escaparán! —rugió la bruja.
Iván lanzó al suelo el pan, el tocino y la leche que llevaba. Cada vez que lo hacía, aparecía un obstáculo: un bosque espeso, un río ancho y una montaña alta que retrasaron a Baba Yaga.
Finalmente, Iván y Aliona lograron escapar del bosque y llegar a casa. La madrastra, al verlos sanos y salvos, huyó de la aldea para siempre, temerosa de que Baba Yaga la castigara por fallar en su plan.

Iván y Aliona vivieron felices con su padre, y Baba Yaga nunca más volvió a molestarlos.
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