El principito

Nota: Esta es una versión adaptada del cuento tradicional de El Principito, atribuido a Antoine de Saint-Exupéry, pensada para una audiencia infantil.

Imagen inicial del cuento

Queridos pequeños lectores, ésta es la historia de un niño muy especial, llamado El Principito, quien viajó por distintos mundos y aprendió lecciones maravillosas sobre la amistad, el amor y lo que realmente importa en la vida. Espero que disfruten este relato lleno de magia y enseñanzas tanto como yo disfruté adaptándolo para ustedes.

Imagen capítulo 1

Había una vez un aviador que, cuando era niño, amaba dibujar. Un día, creó un dibujo de una serpiente boa que había tragado un elefante. Lo mostró a los adultos, pero todos le dijeron que sólo era un sombrero. Desanimado, dejó de dibujar y se dedicó a aprender cosas "útiles", como matemáticas y geografía.

Años después, mientras volaba su avión, tuvo que aterrizar en un desierto porque su motor falló. En medio de su preocupación por repararlo, apareció un niño rubio con una pregunta inesperada: "¿Me dibujas un cordero?". Sorprendido, el aviador comenzó a conocer a este pequeño y curioso niño, quien pronto sería conocido como el Principito.

El aviador intentó dibujar un cordero, pero el Principito rechazaba cada intento: "Este está muy viejo" o "este tiene cuernos". Finalmente, el aviador dibujó una simple caja y dijo: "Tu cordero está dentro". El Principito sonrió feliz, porque aquello era exactamente lo que quería.

Imagen capítulo 2

Poco a poco, el Principito comenzó a contarle al aviador sobre su vida. Venía de un pequeño planeta llamado el Asteroide B612, donde cuidaba una flor muy especial y también tenía baobabs, árboles peligrosos que debían ser arrancados antes de que crecieran demasiado.

Imagen capítulo 3

El Principito habló mucho sobre su rosa. Era hermosa y muy delicada, pero también un poco vanidosa. "Me pedía agua todos los días y también que la protegiera con un biombo del viento," recordó. A pesar de todo, el Principito la quería mucho. Pero un día, comenzó a sentirse triste porque no entendía por qué la rosa era tan demandante.

Decidió dejar su planeta para conocer otros lugares y aprender cosas nuevas. "Fue entonces cuando comencé mis viajes", dijo con un brillo de nostalgia en sus ojos.

El Principito no dejaba de pensar en su rosa. Aunque al principio la había encontrado muy exigente, con el tiempo se dio cuenta de que ella era única. "No es una rosa como las otras", pensaba mientras viajaba por los distintos planetas. "Es mi rosa". Había algo especial en ella que lo hacía sentir una conexión profunda, aunque a veces no lo entendiera.

Imagen capítulo 4

El Principito visitó muchos pequeños planetas en su viaje. En el primero, conoció a un rey que quería gobernarlo todo, pero no tenía nadie a quien mandar. "¡Eres mi súbdito!", exclamó el rey. "¿Pero a quién gobiernas?", preguntó el Principito, curioso. El rey no supo responder, y el Principito decidió seguir su camino.

Tras dejar el planeta del rey, el Principito siguió su viaje hacia otro mundo. En este, conoció a un hombre que vivía rodeado de espejos y pedía admiración constante. "¡Aplaude para que pueda saludarte!" decía el vanidoso, esperando que el Principito le prestara atención. "¿Por qué no tienes amigos?", le preguntó el Principito, sorprendido por la actitud tan solitaria del vanidoso.

"Es que no quiero a nadie que no me admire", respondió el hombre, sin darse cuenta de lo triste que sonaba su respuesta. El Principito lo miró con compasión y se dio cuenta de algo importante: "Las personas que sólo buscan ser admiradas no tienen amigos de verdad." Así, con una sonrisa en el rostro, siguió su camino, aprendiendo que la amistad no se trata de recibir halagos, sino de compartir momentos y entenderse de corazón.

En un tercer planeta, el Principito encontró a un farolero. Este hombre encendía y apagaba un farol cada minuto, porque su planeta era tan pequeño que los días y las noches pasaban rápido. "Es absurdo, pero es mi trabajo," dijo el farolero.

Imagen capítulo 5

"¿No te cansas de hacer siempre lo mismo?" le preguntó el Principito. "No, porque mi trabajo es importante," respondió el farolero. "A pesar de que no tiene sentido para otros, para mí tiene un propósito." El Principito, al escuchar estas palabras, se dio cuenta de que la dedicación a algo, por más pequeño o extraño que fuera, podía ser un acto de amor y compromiso. "Es el único adulto que tiene un corazón tan grande," pensó el Principito mientras lo veía trabajar con tanto esfuerzo y dedicación.

El Principito lo admiró, porque, aunque su tarea parecía sin sentido, el farolero la cumplía con dedicación.

Imagen capítulo 6

Finalmente, en la Tierra, el Principito conoció a un zorro. "Domásticame," pidió el zorro.

"¿Qué significa eso?", preguntó el Principito.

"Significa crear lazos. Ahora sólo soy un zorro más para ti, pero si me domas, seremos únicos el uno para el otro."

El Principito, curioso, le preguntó qué debía hacer para domesticarlo. El zorro le explicó que, para comenzar, tenía que pasar tiempo con él. "Tienes que sentarte a una distancia prudente y mirarme, sin decir nada. A medida que pasen los días, irás acercándote poco a poco, y cuando me mires, ya no seré sólo un zorro, sino un amigo."

El Principito pasó tiempo con el zorro, aprendiendo sobre la paciencia y el valor de la amistad. Cada día, el Principito se acercaba un poco más al zorro, hasta que se convirtió en su amigo más querido. Durante esos días, el Principito aprendió que, al igual que con la rosa, los lazos que creamos son lo que realmente nos hacen diferentes y especiales.

Antes de despedirse, el zorro le reveló un gran secreto: "Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve bien con el corazón."

"¿Lo esencial es invisible?", preguntó el Principito, confundido.

"Sí," respondió el zorro. "Lo que es verdaderamente importante no se puede ver, sólo se puede sentir. El amor, la amistad, la belleza de las cosas, eso es lo que importa realmente, aunque no siempre se ve a simple vista."

El Principito, con una sonrisa en el rostro, entendió que todo lo que había aprendido durante su viaje —el valor de su rosa, la importancia de sus amigos y la belleza de los lazos que había creado— era lo esencial en la vida. "Eres mi amigo ahora," le dijo al zorro, "y nunca lo olvidaré."

Imagen capítulo 7

Mientras escuchaba esta historia, el aviador terminó de reparar su avión. Pero ahora sabía que su corazón había cambiado gracias al Principito.

El regreso del Principito a su planeta estaba cerca. Pero antes de partir, el aviador, quien había aprendido tanto de su pequeño amigo, le preguntó qué había aprendido de su viaje.

"Lo más importante es cuidar lo que amamos," respondió el Principito con una sonrisa. "Mi rosa es única, y aunque a veces no la entienda, la quiero porque es mía."

Con estas palabras, el Principito se preparó para regresar a su pequeño planeta, sabiendo que había encontrado respuestas a muchas preguntas que lo habían acompañado durante su viaje. "Nunca olvides a tu rosa," le dijo el aviador mientras veía cómo el Principito se alejaba.

El Principito, mirando al aviador por última vez, le respondió con dulzura: "Nunca la olvidaré. Porque ahora sé que lo esencial está en el corazón."

Y así, aunque el Principito se fue, el aviador sabía que cada vez que miraba al cielo, recordaría las lecciones de amistad, amor y responsabilidad que su pequeño amigo le había enseñado. Y, desde entonces, cada estrella que brillaba le susurraba un mensaje de cariño y sabiduría.

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